El Blog de Sankalpa Yoga. La Zona de Confort

Hoy quiero comenzar este post lanzando una pregunta al aire. ¿Cuántos de vosotros habéis escuchado en alguna ocasión aquello de “qué bien vives”, “quién pudiera”, “qué suerte tienes”, “anda qué si yo pudiera”, …?

Son muchas de las expresiones que se escuchan a menudo y que siempre te hacen preguntarte: ¿existe la suerte? ¿por qué tú no vives como esa persona a la que haces referencia? ¿por qué tú no puedes?

Llevo muchos años trabajando y reflexionando en ello, porque he de reconocer, que he sido en numerables ocasiones objetivo de estos comentarios y, aunque afortunadamente, la mayoría de las veces esos comentarios han venido de personas que sienten estima y cariño por mí, en otras muchas ocasiones, las he oído de personas ajenas a mi círculo personal y en tono, digamos, no muy cordial. Afortunadamente, estas últimas han sido las menos, y esas son las que me hicieron llegar a la conclusión de que, en la mayoría de las ocasiones, las personas que verbalizan este tipo de expresiones, son personas que responden a un perfil conformista, en ocasiones, bastantes rutinarias en su vida cotidiana y por lo general, personas inseguras y con muchos miedos.

Estudiando, documentándome y leyendo, observé hace tiempo que tenía mucho que ver con un término que los psicólogos denominan “zona de confort”, y lo definen como cada uno de los lugares o situaciones donde un individuo se siente seguro, donde no existe riesgo alguno, ya sea en su hogar o lugares que su mente interpreta como potencialmente bajos de riesgo.

La zona de confort se refiere a un estado mental donde las personas utilizamos conductas de evitación del miedo y la ansiedad en nuestro día a día, mostrando un comportamiento rutinario para conseguir un rendimiento constante, sin asumir riesgo alguno. Es decir, con el “piloto automático”. Es un espacio personal que engloba estrategias y actitudes que utilizamos frecuentemente y con las que nos sentimos cómodos y confortables, instalándonos en nuestra manera de actuar porque nos sentimos seguros. Es una zona que solo suele abarcar lo conocido, ese ambiente donde estamos cómodos y nos sentimos seguros porque todo está bajo nuestro control.

Yo he vivido en esa zona de confort gran parte de mi vida, pero llega un momento en el cual este tipo de comportamiento pasivo y lo rutinario provoca apatía y sensación de vacío, impidiendo el crecimiento personal al renunciar a tomar iniciativas que hagan crecer los límites de esa zona.

Roberto Alonso, buen amigo y psicólogo, que ha presentado algunos talleres en los retiros solidarios que anualmente organizamos, hace unos años recalcó que el bienestar que se siente no es producto de la satisfacción o el orgullo personal, sino de la ausencia de emociones negativas como la incertidumbre o la inseguridad, al refugiarnos en nuestro entorno conocido. También recuerdo que explicó que la zona de confort es trabajar en algo simple, en un entorno seguro, sin querer promocionarse, o mantener una relación que da seguridad a pesar de estar a disgusto.

Como siempre suelo decir que hay que predicar con el ejemplo, en numerosas ocasiones suelo salir de la zona de confort. No es fácil ni cómodo dar el paso, ya que te encuentras a menudo con dificultades. Te crea grandes dudas y hace temblar los cimientos de tu vida. Pero una vez que te acostumbras a hacerlo, te das cuenta de todos los beneficios que te puede aportar saltar a lo desconocido. Yo personalmente puedo citar algunos beneficios:

-Te hace más fuerte como persona

-Te hace ganar autoconfianza y sube tu autoestima

-Te ayuda en tu desarrollo personal

-Conoces gente nueva y vives experiencias muy gratificantes

-En ocasiones, te hace encontrarte con eso que muchas personas denominan “suerte”.

Como decía anteriormente, en una de esas presentaciones, Roberto nos mostró un vídeo que yo recomiendo encarecidamente a todo el mundo. Decía que: “desde pequeños se nos enseña a vivir en un mundo con multitud de conocimientos limitantes, pero no nos enseñan a confiar en nosotros mismos, tildándonos de prepotentes cuando queremos dar algún paso en ese sentido, nos dicen que trabajemos duro y nos sacrifiquemos aceptando lo que el futuro nos depare”.

Al dar el paso y salir de la zona de confort, te encuentras en una zona de aprendizaje que crea una fuerte tensión emocional y que resulta difícil gestionar. Pero si tus ganas de crecer y de cambiar son reales y estás decidido a dar el paso, tienes muchas posibilidades de triunfar.

La mayoría de las personas que conozco que han dado el paso o se encentran en ello, descubren un nuevo mundo, una nueva oportunidad de crecer. Encuentran su lugar, su “suerte”, que no es otra cosa que aquello que desean en sus vidas. Yo lo denomino sueños.

Para dar el paso algunas recomendaciones son:

-Desafíate y rinde al máximo porque requiere esfuerzo

-Piensa en tu estilo de vida y actúa

-Busca cambios materiales en todo lo que te rodea

-Piensa en todas las excusas que te vas a poner a modo de barrera

-Busca apoyo en aquellos que te rodean

-Dale una oportunidad a tu faceta espiritual

-Valora y piensa en aquello que realmente deseas y te hace feliz

Cuando te dispongas a dar el paso, piensa siempre en que puedes regresar a tu zona de confort para dotarte de todas esas herramientas personales de las que dispones para poder afrontar el reto. Algo bueno que puedo aportar desde mi punto de vista, es empezar por pequeños cambios para ir paulatinamente afrontando retos mayores. Como casi siempre, lo primero será hacer un buen ejercicio de autoindagación para conocer tu situación y tu sentir, porque de otra forma, nunca darás el paso. Una vez realizado este ejercicio que tampoco considero fácil, ya que es uno mismo el que más barreras y excusas se plantea, solo hay que ponerle determinación, ser firme y asumir ese pequeño (“gran”) riesgo que tan grandes beneficios puede aportar a tu vida…. ¿te animas a ello? Si es así, ¡Suerte!

Me despido hasta el siguiente recordándote que nadie, absolutamente nadie, es dueño de la verdad absoluta. Lo verdaderamente importante es experimentar.

Hari Om