Lo que el Yoga puede hacer por el Planeta
Hace algún tiempo leí un artículo firmado por Laura Bech en el cual explicaba que la práctica habitual de Yoga nos acercaba a la naturaleza a partir de la respiración, y desde siempre, ha fomentado el respeto al medioambiente y la naturaleza. Quienes lo practican saben que es mucho más que un ejercicio físico. Es la unión, como su nombre lo indica, de la mente, el cuerpo y el espíritu, una unión que sólo puede producirse en armonía con el entorno.
Así mismo por motivos inherentes a mi profesión, en múltiples ocasiones he leído que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que los beneficios de practicar Yoga trascienden a la persona y logran llegar a su entorno. Por lo tanto, anticipan que es una práctica que es capaz de proteger ese entorno y hacer frente al cambio climático.
Por ello siempre tuvimos claro que en el momento en que fundáramos nuestra asociación y con ella pusiéramos en marcha el plan de formación para profesores de Yoga este sería un tema primordial, de hecho, cuando abordamos el tema de la Filosofía afirmo que el mundo actual globalizado en el que vivimos es el resultado de la interacción e influencia de todas la civilizaciones que de una forma u otra con sus diferentes “filosofías” y/o culturas han contribuido a dar forma y llegar al punto en el que nos encontramos.
Si dividimos el mundo en mundo occidental y mundo oriental, es fácil entrever que, en Occidente, la filosofía está alejada de la experiencia y de la aplicación, sin embargo, en Oriente, la filosofía es una con la experiencia. Consiste en la expresión de los diferentes individuos, plasmando e intentando explicar sus propios experimentos en los cuales se percibe la realidad, y de sus esfuerzos para dejar señales y mecanismos, para que otros que sigan sus pautas, puedan obtener la misma capacidad.
La filosofía de oriente es un catalizador activo que estimula el cambio en el estudiante. Una buena filosofía implica una disciplina bien practicada que genere una visión coherente del Ser y de la realidad.
Utilizando las palabras del gran Georg Feuerstein “En nuestro esfuerzo de autocomprensión y crecimiento psicoespiritual podemos beneficiarnos inmensamente de una exposición libre del legado espiritual de la India” pero como es evidente no tenemos por qué convertirnos a ninguna escuela, ni aceptar ideas y prácticas yóguicas sin cuestionarlas. Así mismo C.G. Jung nos advierte de que “no deberíamos intentar trasplantar las enseñanzas de Oriente a Occidente, ya que la mera imitación, hace más mal que bien”. Él lo explica diciendo que, si adoptamos ideas y modos de vida sin asimilarlos emocional e intelectualmente, corremos el riesgo de llevar una vida no auténtica. Es cierto que existen diferencias psíquicas entre los occidentales y los orientales, sobre todo cuando comparamos a los antiguos orientales con los occidentales modernos, pero estas diferencias no son radicales ni infranqueables y mucho menos cuando se trata del respeto por el entorno y el medio ambiente.
Hago hincapié en el rápido desplome de nuestro entorno natural. Ya que siete de cada diez biólogos creen que estamos en medio de lo que llaman “la sexta extinción masiva” y se predice que, en su devastador alcance, sobrepasará la extinción masiva de hace 65 millones de años. Este hecho funesto concede a la práctica del Yoga, especialmente a sus disciplinas morales, una prioridad imperante. Considero que los practicantes de Yoga deberían comprometerse, sin más dilación, con un estilo de vida ecológico, tan pronto como les sea posible. Ya que más que nunca si no emprendemos el proceso espiritual teniendo presentes a todos los seres del Planeta, así como a las futuras generaciones, no podemos esperar demasiados beneficios reales, si acaso alguno, de nuestros esfuerzos. Si nosotros como practicantes de Yoga no damos el primer paso en este reto ¿Quién lo hará?
El Yoga contemporáneo, que se desarrolla principalmente en países occidentales, incorpora muchas novedades. La mayoría tiene que ver con la técnica, especialmente las posturas. Sin embargo, como aprendí de Georg Feuerstein existe una novedad que merece la pena destacar y que se haya relacionada con la importancia del Yoga para la crisis medioambiental global actual. Él lo llamó “Green yoga”. Él lo define como “el Yoga que incorpora la conciencia y el activismo medioambiental en su orientación espiritual en un momento de gran crisis global”. Es partidario de una mente y un mundo sátvicos (puros).
En otras palabras, supone la aplicación coherente de valores y virtudes tradicionales yóguicos con la finalidad de que nuestro estilo de vida y el conjunto de nuestras acciones no sólo sean adecuados y sabios, sino, ante todo, que conduzcan al bienestar de todos los seres del planeta Tierra. Esto significa que nuestro estilo de vida debe ser responsable con el medioambiente y sostenible a largo plazo.
Ahmed Soliman, biólogo, científico del medio ambiente y profesor de Yoga está convencido de que esta disciplina puede cambiar los comportamientos destructivos de los hombres contra el planeta. Cuando realizamos esta actividad de manera constante nos conocemos mejor a nosotros mismos. Esto hace que no busquemos grandes gratificaciones en el afuera, como consumir de manera excesiva o llevar una vida contaminante, nos volvemos conscientes de la importancia de la naturaleza y de los beneficios que nos reporta.
Soliman refiere que para que todo ecosistema funcione hace falta un equilibrio. “El Yoga nos ayuda a encontrar el centro, a ser equilibrados y no ir a los extremos”. Primero se convierte en una búsqueda personal, en la esterilla de nuestra clase y a medida que descubrimos el bienestar que nos genera, vamos traspasando las barreras y lo incorporamos a nuestra vida. Cambiamos de hábitos, nos volvemos conscientes de la energía contaminante que consumimos o de la importancia de reciclar. Comenzamos a buscar el equilibro en todo lo que nos rodea y a intentar generarlo o repararlo.
Cuando hacemos Yoga no necesitamos competir con nadie. Es una disciplina que al realizarla muy pronto se convierte en una forma de vida, y vivir es respetar y no hay nada más sublime que el respeto por la Naturaleza que cada día nos da la oportunidad de vivir. A veces pienso que nos hemos propuesto acabar con ella y ella se está revelando contra esta agresión y es posible que acabe ella con nosotros antes de que lo hagamos nosotros con ella.
Por ello confío entre otros muchos en el Yoga, ya que este puede permitir que en lugar de agotar los recursos los utilicemos de manera sostenible. Es una herramienta para utilizar los recursos naturales de manera sostenible, empezando por nuestra vida y nuestra manera de vivir y contagiando a las generaciones venideras ese estilo de vida respetuoso y equilibrado con el medio ambiente.
Me despido hasta el siguiente post, recordándote que nadie, absolutamente nadie, es dueño de la verdad absoluta. Lo verdaderamente importante es experimentar.