El Blog de Sankalpa Yoga. De Yamas y Niyamas: "Satya"

Hoy me gustaría hablaros del segundo compromiso ético que una persona debería asumir en su camino de vida. Se denomina Satya y fue descrito, como los anteriores, por el sabio Patanjali.

Ser honestos es algo necesario e imprescindible en cualquier ámbito de la vida. Desde pequeños se nos educa a no mentir, algo que, con el paso de los años, vamos olvidando al igual que otras enseñanzas necesarias para una buena convivencia y una vida placentera.

Tanto si escogemos un estilo de vida determinado, o nos decidimos por iniciar un camino espiritual y de realización como es el Yoga, se hace fundamental ser fiel a este precepto.

Satya es una palabra sanscrita que significa sinceridad, honestidad, no mentir. Pero la sinceridad, honestidad o Satya, como propone Patañjali, no es algo tan sencillo de cumplir como parece, puesto que esta sinceridad y honestidad, también hacen referencia a nosotros mismos.

Por lo tanto, primero deberíamos empezar siendo sinceros y honestos con nosotros. Por ello, es importante analizar si somos coherentes. Es decir, ¿Pensamos, sentimos, actuamos y decimos lo mismo con coherencia? ¿Somos capaces de no engañarnos, ni mentirnos a nosotros mismos?

El segundo paso trata de ver hasta qué punto somos sinceros y honestos con los demás, y en qué medida engañamos o mentimos a las personas que nos rodean.

Desde niños nos han dicho que antes de hablar es fundamental pararse unos segundos a pensar aquello que queremos expresar, para que, cuando lo digamos, seamos coherentes y honestos. Cuando hablamos en exceso, tenemos la tendencia a decir cosas que no son plenamente ciertas. Y esto muchas veces deriva en un círculo de engaño, falsedad e irrealidad que hará que nos alejemos de nuestra esencia verdadera.

Todos sabemos que en lo más profundo de nuestro ser es imposible engañarse o mentirse a uno mismo (aunque algunos, ya sea por una patología mental o por el hábito de hacerlo de forma continua, nunca llegan a ser conscientes de ello).

Normalmente sabemos quiénes somos, cómo somos y qué somos, pero a lo largo de nuestra vida, de acuerdo a nuestras vivencias personales, el condicionamiento, la educación y la influencia que hemos tenido a nuestro alrededor, hemos ido perdiendo el horizonte de la verdad, la honestidad y la sinceridad que propone Patañjali, que consiste en reconocer, aceptar y ser quien somos y lo que somos.

Ser honestos, por lo tanto, significa elegir no mentir o engañar de cualquier manera. Cuando la persona es totalmente honesta, construye fortaleza de carácter que le permite ser de gran servicio para la humanidad. Una vez que se practica la honestidad, la mente descansa sin conflictos de conciencia.

Ser honestos y encontrar nuestra verdadera esencia abandonado nuestra propia verdad, sin tratar de imponérsela al prójimo, no es sinónimo de ser superior o de poseer un desarrollo personal o espiritual superior a los demás, ya que eso, lo único que nos puede acarrear, son problemas con el ego. Por ser honestos no tenemos que ser más serios, ni carecer de sentido del humor, más bien al contrario. La honestidad nos lleva simplemente, y de una manera sencilla y natural, a empezar a ocupar nuestro lugar, el espacio y el tiempo que nos ha tocado vivir, lo cual le da autenticidad y dimensión a nuestra existencia.

Según vamos alcanzando niveles más profundos de esa autenticidad, le vamos sonriendo a la vida y ella nos sonríe. No tenemos nada que ocultar, pues somos quienes somos y eso nos colma de felicidad y plenitud.

La honestidad nos conduce a reflexionar en el presente y desde el presente, sobre nosotros, nuestro entorno y los seres que nos rodean. Puede que incluso, propicie el desarrollo del pensamiento crítico, facilitando al ser humano el poder configurar y mantener un sistema de valores, creencias o ideología que, naciendo desde el corazón y siendo sus pilares más importantes el amor y la compasión, nos permitan vivir de acuerdo con ellos, convirtiéndonos así en personas íntegras ante la vida.

Ser honestos o sinceros no es nada fácil ya que supone estar en permanente atención, en primer lugar, hacia nuestros pensamientos y posteriormente, hacia nuestras palabras y acciones en la interacción que tenemos con el mundo.

Hablar es una de las habilidades más humanas que hay y lo que decimos puede afectar profundamente nuestra conciencia y la de los demás y, por tanto, cómo lo decimos es fundamental.

M. Seligman en su libro La Auténtica Felicidad, refiere que “en toda comunicación, nuestros pensamientos deberían pasar por tres filtros: ¿lo que voy a decir es bueno, útil y verdadero?

Satya supone también aceptar que, como seres humanos, somos todos iguales y, por tanto, no tenemos derecho a criticar, ni juzgar a los demás sobre la base de sus actuaciones u opiniones, pues, como siempre termino mis posts, “nadie está en posesión de la verdad absoluta” y por ello, no debemos utilizar nuestra verdad para sentirnos superiores a los demás.

Y más importante aún, en el cumplimiento de Satya, es no usar nunca la verdad para dañar. Algo que muchas personas no tienen en cuenta y, pensando que su verdad es absoluta, usan esta para imponer sufrimiento a aquellas personas a las que se dirigen con sus palabras, faltando así al precepto descrito por Patanjali. La franqueza debe ser inofensiva porque de lo contrario deja de ser Satya.

Deberíamos preguntarnos primero: ¿Es una verdad última lo que voy a decir? ¿Qué objetivo tiene esa verdad? ¿A quién va a beneficiar esa verdad? Y, sobre todo ¿A quién va a dañar esa verdad? Antes de ir proclamando verdades por el mundo, primero deberíamos cuestionarnos todo y, principalmente, si esa es tu verdad. ¿Qué necesidad tienes de reafirmarla o expresarla con los demás? Simplemente deberíamos saborearla y dejarla en el interior de nuestra mente y nuestro corazón.

Si alguien te pide que la compartas, hazlo con la humildad de que puedes estar 100% equivocado y siempre respeta la verdad de los otros, porque hasta el último de los días, no sabremos cuan cerca o lejos estamos de Satya.

Actitudes respecto a los demás o hacia nuestro entorno social, como la mentira, el engaño, la crítica, la manipulación, generar confusión o división con el fin de salir beneficiados, nos alejan de esa honestidad y de esa verdad, pues si se analizan no surgen de nuestro interior, sino que surgen de los apegos, frustraciones, actitudes egocéntricas, celos, envidias, la procrastinación, sentimientos de inferioridad, baja autoestima, baja capacidad de trabajo, etc.

La mentira, según los psicólogos, nace como mecanismo de defensa. Cuando mentimos debemos analizar el porqué de esas mentiras, ya que nos darán mucha información de nuestro estado mental y nuestra situación personal.

En el Yoga, se comienza a practicar Satya siendo fiel a sí mismo, sin asumir una personalidad que no sea auténtica. Un profesor de Yoga debe ser honesto al  enseñar a sus alumnos. Debe enseñarles a practicar satya honrando sus cuerpos y ayudándolos a reconocer cuándo una âsana o una clase están más allá de su nivel y, una vez más, podremos trabajar nuestra mente yendo de lo más tangible y burdo, que es el cuerpo, a lo más sutil, que es la psique.

Algo importante a tener en cuenta con respecto a la honestidad, es no recomendar, ordenar o sugerir hacer algo que uno no haya experimentado en su propio ser. Somos muy tendentes a expresar opiniones de otros sin contrastarlas ni experimentarlas, y eso no es honesto. Por poner un ejemplo: “Tomar complejos vitamínicos es muy bueno en los cambios estacionales”. El que asevera esta afirmación sin haberlo experimentado puede inducir a otros a tener problemas de salud. Cuando lo idóneo sería, decir: “Yo, dado mi estado de salud, he tomado un complejo vitamínico en otoño y me ha ido bien, podrías probarlo”

La auténtica verdad es la que nace de la bondad y la compasión, y no daña. 

Gandhi decía: “Quien expresa la verdad, debería ser más humilde porque está conectado con su yo real por la coherencia y la honestidad consigo mismo y el respeto hacia los demás”.

Hoy, más que nunca, me despido hasta el siguiente post, recordándote que nadie, absolutamente nadie, es dueño de la verdad absoluta. Lo verdaderamente importante es experimentar.

Hari Om